EL RATÓN Y EL BÚHO

EL RATÓN Y EL BÚHO

En un bosque vivía un ratón gris al que le encantaba bañarse en un arroyo cada mañana, comer al medio día, tumbarse al sol e irse a explorar el bosque por las tardes hasta que el cansancio le obligaba a dormir.
Un día de verano, la luz de Sol atravesó el seto donde dormía el ratón, y éste se despertó al instante con ganas de disfrutar de ese día que le esperaba, se frotó los ojos y fue directo al arroyo para darse un reconfortante baño.

Cuando llegó allí se encontró un conejo con una tabla de surf en el agua salpicando y cantando, al mismo tiempo, el ratón, feliz de poder tener un nuevo amigo se zambulló y nadó en dirección al conejo.

El conejó le gritó: - Fuera de aquí!, este arroyo es solo mío – y el ratón le respondió con una sonrisa: - podemos compartirlo, el arroyo es muy grande – a esto, el conejo volvió a gritar – ¡Que te vayas! No me dejas espacio para surfear!!

El ratón muy triste se alejó del arroyo y volvió a su seto, estuvo hasta medio día encerrado pensando en que el conejo había sido muy desagradable con él, al medio día decidió que era ya la hora de comer algo, asi que salió raudo del seto para zampar.

Llegó a una explanadita donde había hierba fresca y comió agusto, cuando ya no podía más se tumbó allí mismo para disfrutar del sol durante un rato, justo cuando cerraba los ojos pasó por allí una ardilla que tocaba el tambor.
Entonces el ratón le dijo:- Señora ardilla!, ¿Le importaría tocar el tambor en otro Lugar? – a lo que la ardilla sin decir nada se acercó a él y empezó a tocar el tambor cada vez mas fuerte con una mueca burlona en su cara, asi que el ratón resignado decidió finalmente irse a explorar por el bosque mientras oía la risa de la ardilla, el pobre ratón estaba teniendo un mal día pero tal vez ahora podría divertirse un poco.

Ya llevaba un rato caminando por el bosque y empezaba a oscurecer, de pronto una patita se le quedó atrapada en una rama del suelo, quedó enganchado, escuchó un sonido extremecedor y miró hacia arriba, allí se cruzó la mirada con un búho que le observaba, el búho desplegó sus alas y se lanzó a por él, el ratón se puso nerviosísimo, estaba muerto de miedo, el búho se posó a su lado y le dijo: - no tengas miedo ratoncito, no voy a hacerte daño – y con su pico liberó al ratoncillo, el ratón contrariado y aún asustado le dio las gracias, el búho lo rodeó con un ala y mirándolo a los ojos le dijo: - Mañana organizo un banquete... ¿por que no vienes tu y tus amigos mañana? Me has caído muy bien – el ratón esbozó una sonrisa y aceptó muy feliz de haber encontrado un nuevo amigo, el ratón gritaba: - ¡Gracias! ¡Mañana nos vemos! - Mientras se alejaba entre la espesura.

El ratón volvió a su seto para dormir contento porque por fin había encontrado a un buen amigo, pensativo porque no sabía si volvería a poder bañarse en el arroyo de nuevo, aquel conejo había sido muy mal educado con él, asi que se acostó pensando en todo lo que le había pasado durante ese día y se durmió.

Un día mas amanecía en el bosque, y la luz del sol se introducía en cada recoveco iluminando también el seto donde el ratón dormía, éste abrió los ojitos dispuesto a disfrutar del día, se los frotó, miró al cielo, y salió corriendo hacia el arroyo.

Cuando llegó al arroyo el conejo no estaba allí, y sin dudarlo se lanzó al agua, Al cabo de un rato de natación espectacular llegó el conejo y desde fuera del arroyo le gritó: - ¡Eh tú!- el ratón giró su cuello sobresaltado en dirección al conejo con tabla de surf - ¡pues no nadas nada mal!– continuó el conejo, a eso que el ratón pensó en el día anterior y le dijo: - Yo antes venía cada día aquí a bañarme, y a mi no me molesta que estés tu también, además, me gustaría probar tu tabla de surf y aprender cosas nuevas – El conejo le miró raro, y el ratón añadió: ¡Anda ven! – Finalmente el conejo pensó que por que no, hacía mucho tiempo que se divertía con alguien, asi que se tiró al arroyo con el ratón.

Más tarde fueron juntos a comer a la explanada, y poco a poco el conejo se iba dando cuenta de que había sido muy cruel con el ratón el día anterior, realmente se estaba riendo como nunca, comieron agusto, y se tumbaron mirando el cielo con la panza llena, en eso que pasaba por allí una ardilla con un tambor, cuando la ardilla les vio fue directo a ellos para tocar el tambor bien fuerte a su lado, le divertía molestarles, pero al conejo que le encantaba pasárselo bien empezó a sentir como el ritmo penetraba en él y empezó a bailar, después de la mirada atónita del ratón, éste decidió bailar también entre risas, al mismo tiempo la ardilla se dio cuenta de que era aun mas divertido hacerles bailar que molestarles y cambió su mueca burlona por una sonrisa de felicidad que hacía mucho que no tenía y empezó a tocar el tambor bailando.

Al cabo de un buen rato, ya exhaustos se dejaron caer sobre la hierba fresca, y mirando las nubes el ratón vió una nube que tenía forma de búho y recordó la invitación del día anterior, no tardó ni un segundo en explicarles a sus nuevos amigos el banquete que les esperaba.

La ardilla con los ojos como platos aceptó al instante pero el conejo agarrando fuertemente su tabla de surf dijo: - a ver... dices ¿que un búho organiza un banquete? ¡Pero si los búhos comen animalitos como nosotros! – el ratón explicó lo pasado el atardecer anterior, su accidente con la rama y como el búho le ayudó, y confesó que aquel búho parecía totalmente sincero, el conejo pareció convencido, la ardilla se levantó de una zancada y empezó a aporrear su tambor y salieron bailando a ritmo de tambor hacía el banquete.

Al atardecer, desde una rama, el búho veía como los tres amigos se acercaban con el sonido del tambor, y si hubiese tenido manos se las habría frotado, su plan había salido a la perfección, el sacrificio de no cenar la noche anterior le daría comida de sobras esa noche, sus pupilas se dilataban de excitación.

Cuando los tres amigos llegaron al lugar, el búho se precipitó hacia ellos ferózmente, pero la ardilla reaccionó al acto, interpuso las garras del búho con su tambor y el búho quedó atrapado en él, el conejo le dio un golpe con su tabla que se rompió y lanzó al búho contra un tronco, el ratón aun no se lo creía, agarró a sus amigos y salieron corriendo de allí para no volver.

De camino a casa el ratón les agradeció mucho la valentía de sus nuevos amigos y se disculpó con ellos por haberse dejado engañar asi, que no había banquete, y con lágrimas en los ojos les dijo a la ardilla que le fabricaría un tambor nuevo y al conejo que le conseguiría una tabla nueva, mientras el ratón lloraba, el conejo y la ardilla hablaron en privado y ya habiendo tomado una decisión detuvieron al ratón y le dijeron: - no necesitamos que hagas nada, ya conseguiremos otro tambor y otra tabla, lo que queremos es hacer ese banquete que nos prometiste, ¡asi que vamos a comer! – el ratón volvió a llorar de emoción y aceptó, les abrazó y fueron a darse el banquete de su vida.

ROBERTO  (COLABORADOR CENTRO APRENDER)


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